24/12/10

LAS INTERMITENCIAS DE LA MUERTE

Por Wendy Marton

Se imagina a la muerte haciendo una huelga, y dejando a los seres humanos vivir una vida eterna, aún a aquellos que viven una “semivida” o están a un paso de la muerte, valga la redundancia. O más aún, alguna vez imaginó que la muerte se convierta en una mujer de carne y hueso y se enamore de un ser humano. Estas paradojas son planteadas con maestría inigualable por el escritor portugués, José Saramago en “Las intermitencias de la muerte” (Colección del Diario La Nación, Argentina).

La muerte es un tabú tan fuerte para el hombre, que prefiere evitarlo como tema de conversación, sobre todo si tiene que ver uno mismo. Saramago plantea una vida eterna, en un país cualquiera, donde los seres humanos primero la festejan, y luego la aborrecen. Los planteamientos son económicos (¿qué pasará con las compañías de seguro o las funerarias si esto llegara a ocurrir?), religiosos (donde plantea la duda del poder de la iglesia católica principalmente, que promete la salvación eterna del alma, una vez muerta la persona, siempre y cuando se haya arrepentido de sus pecados, minutos antes de morir); sociológicos, filosóficos, demográficos, etc.

Además, traza lo más ruin del ser humano, donde un grupo denominado maphia utiliza esta nueva situación para sacar réditos, atendiendo a que en los demás países fronterizos siguen muriendo las personas. Saramago también imagina a una muerte (así en minúsculas, como se identifica ella misma) que en un momento de su trabajo (no se le puede llamar vida, aunque él lo hace) analiza lo que realizó desde tiempos remotos y cómo afecta su labor a las personas.

Podría usted pensar que es cruel deshacerse de un ser querido porque representa una carga económica o de atención constante, pero al leer el planteamiento de Saramago puede hasta llegar a comprender a muchos que deciden acabar con la vida de sus familiares, contratando a la maphia para hacer el trabajo.

En “Las intermitencias de la muerte” se vuelca toda la intelectualidad de Saramago, su pensamiento ateo, sus conocimientos, sus temores hacia un fin que ve cerca, y un raciocinio único, fino, demoledor, atrayente. Este, sin dudas es uno de sus mejores libros después de “El evangelio según Jesucristo”. Léalo, le parecerá sumamente enriquecedor.

16/10/10

El viaje del elefante

Por Wendy Marton




Leer un libro de José Saramago es como paladear un buen vino: es exquisito, misterioso, excitante. Y aunque El viaje del elefante (Ed. Alfaguara-La Nación), no sea su mejor obra tiene la magia única del escritor portugués, el cual invita a hacer un viaje por la vida. La historia está basada en un hecho verídico, y es narrada a través de Salomón, primero, y Solimán después, acompañado de su cornaca Subhro -en Portugal- y convertido en Fritz -en Austria-.  El rey Juan III ofrece como regalo al archiduque Maximiliano de Austria un elefante. Tras la aceptación por parte del archiduque del obsequio, el rey ordena el traslado del animal de Lisboa (Portugal) a Valladolid (España), donde es entregado para que pueda ser llevado a Austria, su destino final.

Y qué tiene de especial ese viaje para que haya merecido ser contado en un libro, se preguntará. Y es allí cuando lo invito a leerlo, pues descubrirá los temores e ilusiones que despierta en cada uno de los personajes, a medida que su vida se cruza con la del paquidermo.  Cuidadores, militares, nobles, todos deben adecuarse al elefante para lograr el propósito de cruzar Portugal, España e Italia a mediados del siglo XVI (por tierra o por barco), y así llegar sin contratiempos a Austria sin más herramienta que el conocimiento topográfico de esa época.

Durante el viaje, Salomón realiza un milagro frente a una iglesia, lo cual motivará todo tipo de comentarios. Con la ironía que lo caracteriza, establece una notoria diferencia de discusiones entre el catolicismo y el protestantismo de la época, entre el pueblo y la nobleza, por cosas que dividen tanto como la religión o son tan superfluas como la disposición de la alimentación y el agua para el elefante. 


Saramago, con finura y respeto, vuelve a analizar las disquisiciones de cada ser humano , sus temores y anhelos, su sentido de ubicuidad de acuerdo a las circunstancias, y su deseo de buscar la verdad cuando es necesaria.

Hay dos citas que quiero rescatar del libro y compartirlas con usted. La primera reza: “La vida se ríe de las previsiones y pone palabras donde imaginábamos silencios y súbitos regresos cuando pensábamos que no volveríamos a encontrarnos”.

La segunda señala: “El pasado es un inmenso pedregal que a muchos les gustaría recorrer como si de una autopista se tratara, mientras otros, pacientemente, van de piedra en piedra, y las levantan, porque necesitan saber qué hay debajo de ellas”.

Reconozca que le despierta la curiosidad y tiene ganas de leerlo ya. Pues hágalo, le garantizo que no se arrepentirá.

15/9/10

Desnudo

Por Wendy Marton


En un país donde se invertirá el próximo año US$ 5,1 millones al apoyo a la gestión científica, tecnológica, innovación y calidad y US$ 871,4 millones la Educación (que en este caso incluye un gran porcentaje de salarios), no es raro que la única paraguaya conocida en el mundo sea una modelo que ya se desnudó para tres revistas (argentina, brasileña y española) y al parecer lo seguirá haciendo por un tiempo para otras varias publicaciones, por el único mérito de haber exhibido un celular entre sus senos semidescubiertos.

Otro representante de la “raza paraguaya” es la selección de fútbol, que pasó por primera vez en su historia futbolística a cuartos de final en el Mundial Sudáfrica 2010, y quedó en el camino al ser eliminada por la actual campeona del mundo, España. De hecho cuando se comenzó tímidamente a hablar de Paraguay fue por la belleza de una atleta que compitió en los Juegos Olímpicos Pekín 2008, más que por sus dotes de deportista. Ya pocos recuerdan que existe un solo equipo de fútbol, el Olimpia, que ganó tres copas Libertadores de América y una copa Intercontinental, pues hace diez años que ni siquiera gana un torneo casero.

¿Y qué más se conoce de Paraguay? La respuesta es que lo demás ya son puras noticias malas. Figura como país potencialmente peligroso en terrorismo, por formar junto a Brasil y Argentina un “paraíso” para terroristas en lo que se conoce como “la triple frontera” (conformada por la paraguaya Ciudad del Este, la brasileña Foz de Yguazú; y la argentina Puerto Iguazú); es conocido por ser uno de los mayores productores de cigarrillos que son exportados hacia el Brasil, por estar en la nueva ruta del narcotráfico, y un infinito etcétera de malas noticias.

Si bien la democracia se instaló hace 21 años, algunos males dejados por la dictadura de Alfredo Stroessner (presidente de la República en el periodo entre 1954-1989), persisten y hasta ahora fueron tímidos los ajustes que hicieron los gobiernos que lo sucedieron para cambiar la percepción que tiene el paraguayo de su país, y el extranjero de Paraguay.

El último gobierno colorado, de Nicanor Duarte Frutos, implementó algunas medidas que permitieron reformas en el Gobierno, sobre todo en materia económica, pero que son tímidamente seguidas por su sucesor Fernando Lugo. La falta de conocimiento político de Lugo provocó que en los dos años de mandato (asumió en el año 2008 y seguirá hasta el año 2013) no se haya podido concretar una sola reforma de las empresas públicas, no se haya podido implementar el Impuesto a la Renta Personal (IRP) y tampoco se haya podido reformar el sistema judicial.

Pero a pesar de todo esto, Paraguay tendrá un crecimiento económico récord este año (el Banco Central del Paraguay estima un crecimiento del PIB del 9%), la carne paraguaya es vendida a los mercados más competitivos (Chile, Brasil, Rusia, Egipto, entre otros), al igual que la soja. Es decir, a pesar de ciertos problemas, el paraguayo o el inversor en Paraguay se esfuerza por ofrecer productos de calidad.

¿Pero por qué a pesar de contar con buenos profesionales en medicina, en ingeniería, u otras carreras no se conoce al Paraguay? En parte tiene que ver con la muy escasa autoestima. Es normal que el paraguayo tienda a degradarse aún ante un cumplido. A pesar de tener conocimiento, el paraguayo opta por demostrar más con esfuerzo que con publicidad lo que vale.

Esta es una crítica que hacen muchos extranjeros que tienen empresas en Paraguay. Cuando buscan atraer a más inversionistas y asociarlos con empresarios locales, los paraguayos tienden a comentar solo los defectos del país y casi nunca las bondades.
Hoy, varias empresas de construcción paraguayas trabajan en Brasil, Bolivia y África con la solidez y eficiencia de cualquier empresa de primer mundo. Escritores como Rubén Bareiro Saguier o Guido Rodríguez Alcalá apenas son promocionados en el país, y casi nada afuera. Hay ingenieros trabajando en la NASA, cuya labor y nombres apenas son recordados.

El paraguayo teme autopromocionarse como si la fama fuera un mal que condena al infierno al que se atreva a publicar su capacidad, a menospreciar a compatriotas que sí lo hacen, y a exigir débilmente su derecho. El hecho de que la educación pública sea semi-gratuita no significa que se deba soportar que sea mala. No hay capacidad de organización para reclamar al Estado que destine más fondos a capacitar a la población en tecnología. 

Mientras los paraguayos no despierten de su letargo y comiencen a promocionar lo bueno que se hace en el país, seguiremos siendo noticia solo porque Larissa hizo un nuevo desnudo.

13/8/10

MIOPÍA

Por Wendy Marton

El 50% de los jóvenes que se interesa por el periodismo lo hace porque quieren cubrir Deportes. El 40% porque quiere estar en televisión. Y solo un 10% ve en el periodismo una vocación al servicio de la gente, para comunicar y educar, y buscar liberar al pueblo de la ignorancia.

Le confieso que hace 20 años atrás, cuando decidí estudiar periodismo, mi primer interés era ser una de las pocas mujeres en cubrir Deportes, ganar fama y ser reconocida. A los 15 años entré en el mundo de la radio (FM, obviamente) y me di cuenta que había un universo más amplio. A los 17 años descubrí que el periodismo escrito era lo mío, cuando ingresé a la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Asunción.

Hice la pasantía en un diario, y mi primera sección fue Arte y Espectáculos. Obviamente sabía del tema tanto como se de física cuántica. Mi ignorancia sobre arte era un espectáculo triste todos los días. Ya cuando fui contratada en otro medio escrito, me derivaron a la sección Economía, y con toda la crueldad de quien envía a un soldado a su primera guerra, me asignaron el Ministerio de Hacienda como lugar de cobertura. Solo las ganas de aprender le ganaron al susto inicial que me invitaba a la retirada definitiva del mundo del periodismo.

Como todos, tuve que aprender a fuerza de pulmón, y obviamente no sin poca guía de los periodistas de otros medios escritos que hacía años estaban en el tema. Hoy, 14 años después de haber egresado de la facultad, compruebo con tristeza que los jóvenes que ingresan a las facultades de periodismo tienen los mismos problemas que yo: no están preparados para la batalla diaria.

Son pocos los que se atreven a entender Economía. La mayoría desconoce cómo se elabora el Presupuesto General de la Nación, entienden casi nada de política monetaria; ignoran cuáles son los comodities que sustentan la economía paraguaya; y ni intentan saber cómo se administran las binacionales Itaipú y Yacyretá.

El problema principal es que las facultades se quedaron en el tiempo. La preparación pasa por enseñarles redacción (increíblemente las clases son casi iguales a las del colegio, porque casi todos arrastran problemas de ortografía y concordancia); darles una noción somera sobre leyes que regulan el derecho a la información;  apoyan unas clases de historia del periodismo, sociología, y el mundo se cierra allí, con otras materias que complementan a estas principales.

Son pocos los profesores que se toman el trabajo de tratar de hacer pensar a sus alumnos. En las aulas se discute mucho sobre el rol del periodismo, pero los egresados no son capaces de comprender la información a la que acceden una vez que ingresan a los medios. Simplemente la transmiten tal cual la recibieron, sin darle un contexto, recordar un hecho similar, o buscar a un profesional que explique al periodista y a su audiencia las implicancias del hecho que acaba de ser comunicado.

Creer que solo un periodista puede enseñar periodismo económico, o político o de espectáculos es cerrar los ojos al mundo. Conozco a MAESTROS PERIODISTAS, que hoy siguen consultando con profesionales economistas, ingenieros, abogados tributaristas para poder elaborar una nota más completa.

Cómo es posible que los periodistas querramos comunicar a los lectores, oyentes o televidentes que el Congreso acaba de sancionar una ley que otorga el derecho de pensión alimentaria a adultos mayores de 65 años, sin que se analicen las implicancias que tendrá a la larga en toda la población este subsidio. Cómo se puede asegurar que la ola de frío provocó la muerte de varias personas, sin haber consultado antes con profesionales de la salud que indiquen cuántos grados celcius debe registrar la temperatura ambiente para provocar hiportemia y durante cuánto tiempo debe estar expuesta la persona al frío para sufrir algún tipo de consecuencia.

Cómo es posible que entrevistemos a un candidato a intendente (prefecto) que ofrece seguridad en primer lugar, sin que sepamos si la ley municipal le otorga esa función.

Enseñar a pensar es una tarea de los maestros de hoy. La tecnología permite acceder a tutoriales con herramientas como you tube, donde otros profesionales se tomaron la tarea de explicar un tema específico. Los diarios más importantes tienen entre sus blogueros a periodistas o profesionales que dan a conocer herramientas para hacer más fácil la vida en internet.

Son miles los recursos que actualmente se tienen para hacer un trabajo mejor. Es hora de acabar con la miopía, y ampliar la enseñanza para que los egresados de las facultades puedan diferenciar entre una información tendenciosa, parcial y una que permita al pueblo salir de la ignorancia. Nosotros, los profesionales en periodismo tenemos la obligación de educar al pueblo, pero para ello, primero debemos ser capaces de comprender la información que recibimos.

7/7/10

I AM PARAGUASHO, VALE TIO?

Por Wendy Marton


La fiebre del mundial trajo a la luz la xenofobia existente en todo el planeta. Europeos contra americanos, sudamericanos contra centroamericanos o norteamericanos, brasileños contra argentinos, españoles contra paraguayos, irlandeses contra franceses. En Paraguay, la rivalidad mayor es contra los argentinos, a tal punto de que un cántico entonado en cualquier ocasión es: “el que no salta es curepí” (curepí, término peyorativo hacia los argentinos, palabra en guaraní que significa piel de chancho, en alusión a la blancura de la piel). 

Tal es la animadversión, que una fiebre de críticas se desató cuando el entrenador argentino de la Selección Paraguaya de Fútbol, Gerardo Martino, inició la “repatriación” de los jugadores que militan en el futbol del exterior, y a ello sumó la convocatoria de los nacionalizados. Jonathan Santana, Néstor Ortigoza y Lucas Barrios, pasaron a ser el centro de atención y tema principal de conversación en la calle, en la oficina, en el shopping, y entre personas de cualquier estrato social.

Las críticas apuntaban a que estos tres jugadores “no eran paraguayos verdaderos” y por ende no debían ser convocados. A partir de ahí, los analistas comenzaron a aparecer. ¿Acaso una persona que por circunstancias de la vida no nació en el país de sus progenitores no puede optar por nacionalizarse? ¿Es más paraguayo el que vivió toda su vida en el mismo país, y menos el que debió emigrar por circunstancias políticas o económicas?

Según el informe “Ampliando horizontes: emigración internacional paraguaya”(*) de 2009, se estima en más de 500.000 a las personas migrantes paraguayas en el exterior. Además, revela que de cada 10 migrantes recientes, 6 van a la Argentina y 3 a España. Asimismo, los datos proporcionados por el Banco Central del Paraguay (BCP) revelaron que las remesas enviadas por los paraguayos desde el exterior durante el año 2009 llegaron a US$ 352 millones.

El Paraguay es un país que se sostiene, en primer lugar, por el ingreso proveniente de la venta de soja, y en segundo lugar por las remesas de los paraguayos que trabajan en el exterior. Según datos oficiales, la población paraguaya supera levemente los 6 millones de habitantes. Se estima que 2 millones de paraguayos viven en Argentina, 80.000 paraguayos en España, y alrededor de 50.000 paraguayos en Estados Unidos, gran parte de ellos indocumentados.

Estos números fríos bastan apenas para pintar la contradicción de los paraguayos. Mientras muchos critican el masivo éxodo de paraguayos, debido principalmente a la situación económica (más 2 millones de paraguayos viven en la pobreza y extrema pobreza), y reciben el dinero que mueve la economía, tratan con desprecio a quienes “perdieron” el acento paraguayo.

Pero el dato que no tienen en cuenta es que si bien hoy son los “paraguashos” quienes pugnan por un lugar en la selección de fútbol, dentro de 10 a 15 años serán los “paraguayoz” provenientes de España quienes defenderán la albirroja en competiciones internacionales.

¿Se debe priorizar a una persona que vivió toda la vida en un país, o acaso se deben abrir los brazos a los hijos del exilio? Es hora de pensar que no importa en qué parte del mundo estemos, dentro de poco será normal escuchar en las calles de Asunción: “I am paraguasho, vale tio?” 




(*) Presentado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización Internacional de Migraciones (OIM), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

26/5/10

Las Travesuras de la Niña Mala

Por Wendy Marton

Aunque mi pasión por la lectura me llevó a conocer muchas novelas, son pocas las que atesoro con una pasión única, casi comparable al amor que siento por mi hija. Y "Las travesuras de la niña mala (Mario Vargas Llosa, Clarín), pasó a formar parte de la invalorable colección que guardo como a la niña de mis ojos. La novela relata la historia de Ricardo, un peruano cuyo sueño es ir a vivir a París (Francia). Logra cumplir su meta-la única en su vida- muy joven, y consigue trabajo en esa maravillosa ciudad como traductor.

Cuando era adolescente, aún en Perú, Ricardo conoció a dos "chilenitas", una de las cuales Lily, conquistó su corazón, pero no lo correspondió. Ya en París, vuelve a verla, esta vez como la camarada Arlette, una muchacha que accede a una beca para ir a entrenarse a Cuba como guerrillera, en la década del '60, cuando la revolución cubana marcaba el sentir de la historia mundial.

Tampoco en esta, ni en otras varias oportunidades en que sus vidas se entrecruzan, Ricardo logrará retenerla a su lado. Pero es esa entrega de amor puro, masoquista, único e idílico que siente él hacia ella lo que marcará la línea de la historia de cuarenta años de entrega.

Ella, Lily, Arlette, y otros nombres más que la ayudarán a acercarse hacia su meta, mantiene una dominación sobre él, sin mayor interés que el de encontrar -cuando las cosas no le salen como planea- un hombro en el que apoyarse hasta que llegue la próxima conquista.

En los cuarenta años que dura el amor, la situación política de Perú y del mundo pasa a segundo plano, aunque el escritor no deja por ello de darle una pincelada histórica profunda.

En algunos pasajes, el lector no podrá comprender cómo permite Ricardo tanto desprecio de parte de "la niña mala", dejando de lado incluso su amor propio, y como "la niña mala" puede despreciar un amor que cualquiera desearía.

En la novela además, Vargas Llosa plantea un cuestionamiento hacia las metas de cada ser humano, calificadas por algunos de sus personajes como mediocres si en ellas no hay poder y dinero.

¿Pero acaso no es el amor correspondido la meta más importante del ser humano, más allá del dinero, el poder o la fama? Algo le puedo asegurar, cuando termine de leer el libro sentirá un vacío muy grande, como si acabara de perder al amor de su vida.