7/7/10

I AM PARAGUASHO, VALE TIO?

Por Wendy Marton


La fiebre del mundial trajo a la luz la xenofobia existente en todo el planeta. Europeos contra americanos, sudamericanos contra centroamericanos o norteamericanos, brasileños contra argentinos, españoles contra paraguayos, irlandeses contra franceses. En Paraguay, la rivalidad mayor es contra los argentinos, a tal punto de que un cántico entonado en cualquier ocasión es: “el que no salta es curepí” (curepí, término peyorativo hacia los argentinos, palabra en guaraní que significa piel de chancho, en alusión a la blancura de la piel). 

Tal es la animadversión, que una fiebre de críticas se desató cuando el entrenador argentino de la Selección Paraguaya de Fútbol, Gerardo Martino, inició la “repatriación” de los jugadores que militan en el futbol del exterior, y a ello sumó la convocatoria de los nacionalizados. Jonathan Santana, Néstor Ortigoza y Lucas Barrios, pasaron a ser el centro de atención y tema principal de conversación en la calle, en la oficina, en el shopping, y entre personas de cualquier estrato social.

Las críticas apuntaban a que estos tres jugadores “no eran paraguayos verdaderos” y por ende no debían ser convocados. A partir de ahí, los analistas comenzaron a aparecer. ¿Acaso una persona que por circunstancias de la vida no nació en el país de sus progenitores no puede optar por nacionalizarse? ¿Es más paraguayo el que vivió toda su vida en el mismo país, y menos el que debió emigrar por circunstancias políticas o económicas?

Según el informe “Ampliando horizontes: emigración internacional paraguaya”(*) de 2009, se estima en más de 500.000 a las personas migrantes paraguayas en el exterior. Además, revela que de cada 10 migrantes recientes, 6 van a la Argentina y 3 a España. Asimismo, los datos proporcionados por el Banco Central del Paraguay (BCP) revelaron que las remesas enviadas por los paraguayos desde el exterior durante el año 2009 llegaron a US$ 352 millones.

El Paraguay es un país que se sostiene, en primer lugar, por el ingreso proveniente de la venta de soja, y en segundo lugar por las remesas de los paraguayos que trabajan en el exterior. Según datos oficiales, la población paraguaya supera levemente los 6 millones de habitantes. Se estima que 2 millones de paraguayos viven en Argentina, 80.000 paraguayos en España, y alrededor de 50.000 paraguayos en Estados Unidos, gran parte de ellos indocumentados.

Estos números fríos bastan apenas para pintar la contradicción de los paraguayos. Mientras muchos critican el masivo éxodo de paraguayos, debido principalmente a la situación económica (más 2 millones de paraguayos viven en la pobreza y extrema pobreza), y reciben el dinero que mueve la economía, tratan con desprecio a quienes “perdieron” el acento paraguayo.

Pero el dato que no tienen en cuenta es que si bien hoy son los “paraguashos” quienes pugnan por un lugar en la selección de fútbol, dentro de 10 a 15 años serán los “paraguayoz” provenientes de España quienes defenderán la albirroja en competiciones internacionales.

¿Se debe priorizar a una persona que vivió toda la vida en un país, o acaso se deben abrir los brazos a los hijos del exilio? Es hora de pensar que no importa en qué parte del mundo estemos, dentro de poco será normal escuchar en las calles de Asunción: “I am paraguasho, vale tio?” 




(*) Presentado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización Internacional de Migraciones (OIM), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

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