El 50% de los jóvenes que se interesa por el periodismo lo hace porque quieren cubrir Deportes. El 40% porque quiere estar en televisión. Y solo un 10% ve en el periodismo una vocación al servicio de la gente, para comunicar y educar, y buscar liberar al pueblo de la ignorancia.
Le confieso que hace 20 años atrás, cuando decidí estudiar periodismo, mi primer interés era ser una de las pocas mujeres en cubrir Deportes, ganar fama y ser reconocida. A los 15 años entré en el mundo de la radio (FM, obviamente) y me di cuenta que había un universo más amplio. A los 17 años descubrí que el periodismo escrito era lo mío, cuando ingresé a la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Asunción.
Hice la pasantía en un diario, y mi primera sección fue Arte y Espectáculos. Obviamente sabía del tema tanto como se de física cuántica. Mi ignorancia sobre arte era un espectáculo triste todos los días. Ya cuando fui contratada en otro medio escrito, me derivaron a la sección Economía, y con toda la crueldad de quien envía a un soldado a su primera guerra, me asignaron el Ministerio de Hacienda como lugar de cobertura. Solo las ganas de aprender le ganaron al susto inicial que me invitaba a la retirada definitiva del mundo del periodismo.
Como todos, tuve que aprender a fuerza de pulmón, y obviamente no sin poca guía de los periodistas de otros medios escritos que hacía años estaban en el tema. Hoy, 14 años después de haber egresado de la facultad, compruebo con tristeza que los jóvenes que ingresan a las facultades de periodismo tienen los mismos problemas que yo: no están preparados para la batalla diaria.
Son pocos los que se atreven a entender Economía. La mayoría desconoce cómo se elabora el Presupuesto General de la Nación, entienden casi nada de política monetaria; ignoran cuáles son los comodities que sustentan la economía paraguaya; y ni intentan saber cómo se administran las binacionales Itaipú y Yacyretá.
El problema principal es que las facultades se quedaron en el tiempo. La preparación pasa por enseñarles redacción (increíblemente las clases son casi iguales a las del colegio, porque casi todos arrastran problemas de ortografía y concordancia); darles una noción somera sobre leyes que regulan el derecho a la información; apoyan unas clases de historia del periodismo, sociología, y el mundo se cierra allí, con otras materias que complementan a estas principales.
Son pocos los profesores que se toman el trabajo de tratar de hacer pensar a sus alumnos. En las aulas se discute mucho sobre el rol del periodismo, pero los egresados no son capaces de comprender la información a la que acceden una vez que ingresan a los medios. Simplemente la transmiten tal cual la recibieron, sin darle un contexto, recordar un hecho similar, o buscar a un profesional que explique al periodista y a su audiencia las implicancias del hecho que acaba de ser comunicado.
Creer que solo un periodista puede enseñar periodismo económico, o político o de espectáculos es cerrar los ojos al mundo. Conozco a MAESTROS PERIODISTAS, que hoy siguen consultando con profesionales economistas, ingenieros, abogados tributaristas para poder elaborar una nota más completa.
Cómo es posible que los periodistas querramos comunicar a los lectores, oyentes o televidentes que el Congreso acaba de sancionar una ley que otorga el derecho de pensión alimentaria a adultos mayores de 65 años, sin que se analicen las implicancias que tendrá a la larga en toda la población este subsidio. Cómo se puede asegurar que la ola de frío provocó la muerte de varias personas, sin haber consultado antes con profesionales de la salud que indiquen cuántos grados celcius debe registrar la temperatura ambiente para provocar hiportemia y durante cuánto tiempo debe estar expuesta la persona al frío para sufrir algún tipo de consecuencia.
Cómo es posible que entrevistemos a un candidato a intendente (prefecto) que ofrece seguridad en primer lugar, sin que sepamos si la ley municipal le otorga esa función.
Enseñar a pensar es una tarea de los maestros de hoy. La tecnología permite acceder a tutoriales con herramientas como you tube, donde otros profesionales se tomaron la tarea de explicar un tema específico. Los diarios más importantes tienen entre sus blogueros a periodistas o profesionales que dan a conocer herramientas para hacer más fácil la vida en internet.
Son miles los recursos que actualmente se tienen para hacer un trabajo mejor. Es hora de acabar con la miopía, y ampliar la enseñanza para que los egresados de las facultades puedan diferenciar entre una información tendenciosa, parcial y una que permita al pueblo salir de la ignorancia. Nosotros, los profesionales en periodismo tenemos la obligación de educar al pueblo, pero para ello, primero debemos ser capaces de comprender la información que recibimos.
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