28/8/08

Celos

Por Wendy Marton

¿Pueden los celos cegarnos de tal manera que lleguemos a acabar con la vida de alguien por simples sospechas de traición? Esta es la disyuntiva que nos presenta William Shakespeare en “Otelo: el moro de Venecia”. El protagonista, un moro llamado Otelo se enamora de Desdémona, una hermosa mujer, con quien posteriormente se casa. Yago, un oficial que envidia profundamente a Otelo, convence a Otelo que Desdémona ama a otro hombre. Cegado por los celos, Otelo cree todo lo que Yago le dice, lo que provoca una tragedia.

Los celos de Otelo nacen de su condición (su piel es oscura), sin muchos recursos económicos y ya entrado en años, y se vuelven más intensos debido a que su esposa es una mujer joven, bella, de buena condición económica y deseada por los hombres más importantes de Venecia.

Hoy día, en que los controles que pueden ejercerse son distintos a 1603, año en que se publicó esta obra, los celos continúan provocando miles de situaciones que desembocan no solo en la separación de la pareja, sino en la muerte de algunos de los cónyuges o hijos, inclusive.

Pero, ¿qué lleva a una persona a sentir celos, a tal punto de vivir atormentado creando fantasmas inexistentes en una relación, o soportar traiciones reales, desmereciendo su propia condición de ser humano? Quizá tenga que ver con la cultura misma del país, o su credo religioso, o yendo más lejos porque si bien tenemos más tecnología a nuestro favor y mucha más información sobre las cosas, seguimos sin entender qué siente el ser humano y qué lleva a determinar sus patrones de comportamiento.

Somos proclives a creer que una persona es de nuestra propiedad, por el simple hecho de declarar que las amamos.
Hace unos días, la agencia de noticias Reuters publicó un sondeo australiano que revelaba que uno de cada tres usuarios de telefonía móvil (celulares) revisaba los celulares de sus parejas, con consecuencias dolorosas. El sondeo en internet, realizado por el proveedor de servicios de telecomunicaciones Virgin Mobile Australia, demostraba que las mujeres son más propensas que los hombres a mirar en secreto el teléfono de su pareja.

Es normal que a partir de una suposición, la persona celosa se vuelva paranoica y llegue a conclusiones basadas en datos falsos, en la mayoría de los casos, provocando su sufrimiento primero, y luego el de las personas que los rodea.

Si este es su caso, lea Otelo, y comprenda lo perjudicial que puede llegar a ser una situación así, y luego, si su duda persiste, busque ayuda profesional. Y concluyo con una frase, tal vez simple para una obra tan importante, pero utilizable en este caso: Si una persona te hace llorar, no merece tus lágrimas, y aquella que las merece, no te hará llorar.

1 comentario:

Marisa dijo...

Hola, Wendy!

Sólo quiero decirte que me sorprendiste gratamente. Hoy me enteré -chateando con Héctor Farina- que tenías este blog, y decidí visitarlo (tengo internet en casa desde hace tres días).
No sabía que te gustaba tanto la lectura y -se lo dije a Héctor- me dio pena darme cuenta de lo poco que conozco a muchos de mis compañeros de trabajo.
Me gusta muchísimo tu blog, la manera en que comentás el contenido de los libros.
Y, sobre todo, me genera muchas ganas de leerlos (también me causa ansiedad, al ver todo lo que aun no leí y cómo se amplía mi lista de libros pendientes).
Felicitaciones por este espacio tan lindo (que pienso seguir visitando).

Silvana Marisa M.