Del amor y otros demonios (Gabriel García Márquez, Ed. Sudamericana-Clarín-Revista Ñ), es la primera de la trilogía escrita por García Márquez (la completan El amor en los tiempos del cólera y Memorias de mis putas tristes), en la que se narra una historia nacida de una crónica hecha para el periódico en el que trabajaba el escritor cuando se informó sobre las excavaciones realizadas al convento de las clarisas, antes de que en ese lugar sea construido un hotel de una cadena internacional.
García Márquez fue a mirar qué podía haber de interesante por ese lugar cuando los encargados de la excavación descubrieron, entre las varias tumbas que había en el lugar, el cráneo de una niña que tenía una cabellera de poco más de 22 metros de largo. Tras este descubrimiento, el escritor colombiano narra con una prosa excelente una historia de amor, sufrida e intensa como solo él sabe relatar.
Cuenta la historia de Sierva María, una niña de doce años e hija de un marqués, que fue mordida por un perro rabioso un día en que fue de compras al mercado. A excepción de Sierva María, otras tres personas fallecen días después. Preocupado porque el destino de su hija fuese el mismo, el padre intenta ayudarla y somete su situación primero a consideración de un médico poco ortodoxo (Abrenuncio), y luego a la opinión de la iglesia católica.
El obispo considera el caso como una posesión demoníaca y le recomienda que la interne en el convento de las clarisas. Además, designa a su mano derecha, el Padre Cayetano Delaura, de 36 años, para que la exorcice.
Delaura, en lugar de exorcizarla se enamora de ella. Y es allí cuando comienza una dura batalla, no solo de conciencia por la diferencia de edad y la situación eclesiástica del enviado del Obispo, sino por la historia que envuelve a la niña.
Más allá de esta historia narrada por García Márquez, la novela también toca el tema del amor, ese amor no correspondido y que provoca una lucha intensa en el alma de los amantes, por cumplir o no con lo que manda la sociedad.
Al leer este libro, uno es capaz de sentir el mismo amor y la misma pena que castiga a los dos amantes, por vivir un amor prohibido pero intenso. Y luego no es difícil ponerse a pensar por qué debemos sacrificar siempre algo por atender los preceptos de una sociedad fría, cuando que nuestra decisión solo podría provocar un daño moral quizá, pero no acabar con la vida de nadie.
¿Acaso el amor no es más fuerte?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario