12/8/08

Lugo ¿Tiene corazón?

Por Wendy Marton

El slogan principal de la campaña que llevó a la presidencia de la República al ex obispo Fernando Lugo era: “Lugo tiene corazón”. Hacía alusión, entre otras cosas, a las miles de familias que fueron desmembradas debido a que fueron forzadas a un exilio económico, y que llevó en mayoría a las madres, y en menor grado a los padres, hermanos, primos, tíos, sobrinos o amigos, a buscar trabajo en España, Argentina y Estados Unidos.

Durante el tiempo que duró el periodo electoral no había niño en la calle que no cantara este slogan, contagiando a otras personas que estaban cerca.

Hoy, a dos días de su asunción, que lo mantendrá en el poder durante cinco años (2008-2013), Lugo aún no definió una postura política. Es que la base que lo catapultó es bastante parecida a una torre de Babel.

Por un lado, lo acompaña en la vicepresidencia de la República, el hasta hace poco titular del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA)-una agremiación política que tiene aproximadamente 800 mil afiliados-, Federico Franco.

Le siguen movimientos o partidos de izquierda, que si bien lograron pocos votos para ingresar al Legislativo (sea Senado, Diputados o Parlasur), fueron muy cercanos a Lugo desde antes de que renunciara a su condición de principal soldado de la iglesia católica.

Y una fuerza no menos importante, que consolidó su triunfo, fue el ala disidente de la Asociación Nacional Republicana (ANR), conocido como Partido Colorado-que deja el poder luego de más de 60 años de hegemonía- el movimiento Vanguardia Colorada, encabezado por el ingeniero civil Luis Alberto Castiglionni.

Es decir, Lugo deberá ser lo suficientemente hábil como para que estas tres corrientes, una de derecha, otra de izquierda y la otra agrarista, lo ayuden en la aprobación de leyes económicas y permitan que en el país reine por fin la seguridad jurídica, y que no terminen abandonándolo y dejándolo solo en medio de una crisis política que podría tumbarlo antes de que cumpla su mandato.

Pero ¿qué es lo que hoy desconcierta a la mayoría de los paraguayos? Quizá que no tiene aún un rumbo económico definido. Su primer pantallazo de lo que será el plan económico del próximo Gobierno impulsa con fuerza el fantasma del impuestazo.

Durante el primer tramo del Gobierno de Nicanor Duarte Frutos, quien deja el poder este 15 de agosto, lo acompañó como principal conductor del Equipo Económico el ingeniero agrónomo y Phd (en economía agraria) Dionisio Borda (ministro de Hacienda, 2003-2004), quien impulsó una reforma de la principal ley impositiva del país (Ley 125/91), modificó y redujo tasas impositivas e incluyó tributos tales como el Impuesto a la Renta Personal (IRP).

También, durante la administración de Borda al frente del Tesoro paraguayo se aprobó un decreto por el cual todos los propietarios de grandes extensiones de tierras en el Paraguay –ociosas o no- podían acceder a beneficios tributarios y no pagar la tasa del 10% establecida para el Impuesto a la Renta de Actividades Agropecuarias (IMAGRO). Esto trajo como consecuencia que la recaudación por este gravámen se redujera de G. 25.000 millones, en promedio –antes de la aplicación de la ley- a apenas G. 11.200 millones al cierre del ejercicio fiscal 2007, cuando en teoría deberían haber aumentado los ingresos tal como sucedió con los demás tributos modificados.

Hoy, Lugo propone como una de las alternativas aplicar un impuesto al agro, aunque aún no se definió si incluirá solo a los sojeros o también gravará la exportación de carne.

Aunque particularmente estoy de acuerdo con la aplicación, en este momento de la economía paraguaya (hace cinco años la rechazaba, porque el país estaba prácticamente en default), de un impuesto a la exportación de productos en estado natural, creo que tiene otras alternativas que debería mirar antes de volver a asustar a la gente con un nuevo “impuestazo".

Durante toda su campaña política Lugo aseguró que renegociaría el Tratado de Itaipú. A través de este tratado Paraguay aceptó compartir con Brasil la tenencia de una represa hidroeléctrica que fue construida en el río Paraná, curso hídrico que limita a ambos países.

La primera respuesta del Gobierno de Brasil durante la campaña fue una férrea negativa, atendiendo a la posibilidad de que el Partido Colorado volviera a obtener la conducción de la república.

Tras la victoria de Lugo en abril de este año, los brasileños debieron cambiar el discurso aunque siempre con la oposición a renegociar el Tratado. Esta vez, los enviados de Imaratí (cancillería brasileña) ofrecieron al futuro gobierno un paquete de leyes económicas que incluía la reconversión de Ciudad del Este (también limítrofe con Brasil), la culminación de una línea de transmisión de Ciudad del Este-Asunción, y la financiación de construcción de carreteras, a través de un banco brasileño (el Banco de Desarrollo Económico y Social del Brasil), en síntesis, una ayuda económica atada al humor brasileño.

En síntesis, Brasil sabe que una renegociación del Tratado de Itaipú implicará que Paraguay acceda a mucho más regalías que las que le corresponde (sobre todo por cesión de energía) y a –treinta años después- por fin podrá acceder a la cogestión financiera plena de la entidad.

Es decir, con una simple negociación –que la ganará en cualquier corte internacional- podría recibir millones de dólares que lo ayudarán a sacar al país adelante, y reducir a más de la mitad el porcentaje de pobreza y extrema pobreza (el 20% de la población paraguaya vive en extrema pobreza actualmente) que lo tiene sometido en una cada vez más creciente violencia callejera (asaltos, secuestros) y desmoralización colectiva.

Y al recibir más energía, podrá convertirse en un polo de desarrollo del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), para la radicación de fábricas en el país.

En síntesis, si Lugo cumple tan solo una de sus promesas electorales –bueno dos- la de renegociar el Tratado -y obviamente mantener la corrupción de su Gobierno en cero-, no precisaría aún recurrir a una nueva modificación de la normativa impositiva vigente.

Y con el crecimiento económico, producto de una mejor inversión de los royalties y las recaudaciones vigentes, podrá repatriar a los exiliados económicos.

Solo el tiempo nos dirá si Lugo tiene corazón y capacidad de negociación. Usted ¿qué cree?

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