Por Wendy Marton
“Doña Ángela” (Josué Guimarâes, Ed. Edivisión, Compañía Editorial, 1978), fue publicado un año después de que fuera aprobado el divorcio en Brasil. Relata la vida de Doña Ángela, dueña de una “casa de niñas”, reconocida y visitada por todas las autoridades más importantes de un pueblo brasileño del estado sureño de Rio Grande do Sul, y cómo se vivió en la casa de esta madama la decisión del Senado brasileño de aprobar el divorcio.
El delegado, el prefecto, el doctor más prominente de la ciudad, un profesor, un plantador de soja y consejeros de la prefectura, discuten en la casa de Doña Ángela, el día de la votación en el Congreso, las repercusiones que tendrá en la unidad familiar una decisión como esta.
A tal punto llegaba la doble moral, de la sociedad brasileña en este caso (en la década del '70, hacemos la salvedad), pero que aún hoy persiste en muchos países, que sí justificaban tener amantes, sean casuales o permanentes, sin que consideren que esto podría afectar la estructura del hogar, "algo sagrado para los hombres de bien".
Con irónico humor, Guimarâes relata paso a paso las discusiones entre quienes deben velar por el cumplimiento de las leyes y empresarios respetables, casi todos componentes de un hogar “feliz”, pero dispuestos a destinar parte de su dinero a satisfacer sus deseos, sin que lo consideren una traición a la institución del matrimonio católico occidental.
A ello se suma un acontecimiento que marcará la vida de todos los presentes, y cómo son capaces de violar las leyes con tal de seguir manteniendo viva la reputación de los allí presentes.
Aunque la traducción que leí no es buena, este libro es recomendable para quienes deseen conocer algo de la cultura brasileña. Y además, insisto, a pesar de la mala traducción es un libro ardiente, con personajes que se entregan a la tarea del amor como si fuera un rito solemne, que debe ser preparado igual que una comida, con aceites, olores, sabores, capaces de atraer a cualquier comensal.
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