Por Wendy Marton
Hoy te propongo una lista de libros que me gustan. Encontrarás algunos clásicos, y otros no. Antes de que comiences debo confesarte, y con mucho pesar y vergüenza, que aún me faltan algunos importantes. Como ejemplo te cuento que aún no leí Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes), ni Ana Karenina (León Tolstoi), ni Lolita (Vladimir Nabokov). Tampoco puede ser perdonable que no haya leído La Iliada, La Odisea, Los Miserables (Víctor Hugo). Para justificarme, puedo darte dos razones de mi pobre conocimiento literario clásico: la falta de recursos económicos y la falta de libros.
Aquí, en Paraguay, no llega ni la mitad de libros escritos por quienes ganaron el Premio Nóbel, por ejemplo, y muchos otros fueron prohibidos por la dictadura de Alfredo Stroessner y olvidados por quienes pudieron haberlo recordado al caer la dictadura en el año 1989.
Pero está entres mis planes leerlos. En principio, ya está en mi casa Don Quijote de la Mancha y lo leeré en breve.
Mientras perdonás mi poca preparación literaria te recomiendo los siguientes:
La insoportable levedad del ser (Milan Kundera) Es una mezcla de literatura con filosofía. Si decidís leerlo o ya lo leiste coincidirás conmigo que todos somos Tomás, Teresa y Sabina. Y te darás cuenta al final que la levedad del ser es en serio insportable.
Sobre Héroes y Tumbas (Ernesto Sábato). Aún hoy, luego de que pasaron más de diez años de haberlo leido, me parece fascinante la personalidad de Alejandra y el dominio que ejerce sobre Martín. Al igual que El Túnel, tiene un apartado sobre el Informe sobre ciegos.
Gabriela, clavo y canela (Jorge Amado). Hay veces que sueño y deseo ser como Gabriela, una mujer ardiente, amante del amor. Además de hablar de Gabriela, Jorge Amado confronta una época (que aún hoy persiste en Latinoamérica) de la lucha por el poder.
El amor en los tiempos del cólera (Gabriel García Márquez) Es un libro mágico. El amor de Florentino Ariza por Fermina Daza puede hasta hacerte creer que el amor verdadero existe.
Yo, el supremo (Augusto Roa Bastos) Una obra magistral sobre una dictadura que asoló educativamente al Paraguay, la de Gaspar Rodríguez de Francia, y bastante parecida a las dictaduras de América Latina. Me pareció inclusive mejor que El Otoño del Patriarca (Gabriel García Márquez).
Hijo de Hombre (Augusto Roa Bastos) Relata la vida del Paraguay. Así como se describe en este libro que son los paraguayos, seguimos siendo iguales en la actualidad, a pesar de que se ambienta a comienzos del siglo XX.
Arráncame la vida (Angeles Mastretta) Aún hoy creo ser Catalina. Un ser extraordinario que me hizo quererme, aceptarme y saber que existe gente como yo, aunque sea en la ficción.
Memorias de Adriano (Margueritte Yourcenar). Un relato apasionante sobre lo que pudo haber sido la vida de Adriano, el emperador romano sucesor de Marco Aurelio. Vívido y magistral. Para aprender de historia.
El perfume (Patrick Süskind). Mi sentido del olfato comenzó a desarrollarse luego de leer este libro. Aprendí a distinguir muchos olores. Es impresionante la forma en que relata lo que siente Jean-Baptiste Grenouille, quien hará de todo para obtener su propio perfume.
Mi Planta de Naranja Lima (José Mauro de Vasconcelhos). Si alguna vez en tu niñez no tenías un centavo en el bolsillo, o si querés entender cómo vive la mayoría de la población, este libro te transportará a la vida de Zezé, un niño increíble que te va contando su vida de una manera simple, real, sentida. Es el mejor de la trilogía. Le sigue Vamos a calentar el sol, que habla de su adolescencia, y Las Confesiones de Fray Calabaza.
La Divina Comedia (Dante Alighieri) Conocí el infierno, el purgatorio y el cielo a través de este libro. Y de entre todos los lugares me quedo con el cielo en el que vivía Beatriz. A tal punto llega la seducción de este libro que hoy día continúa imaginándose el cielo y el infierno tal como lo describió Dante.
La amante de Bolzano (Sándor Márai) No hay nadie mejor para describir cómo todos huimos del amor que a través de la supuesta vida de Giacomo Casannova. Es una prueba de cómo las personas, a pesar de pedir cada día un poco de amor, huimos de él por miedo a perder la libertad, y encontrar el verdadero amor.
Cumbres Borrascosas (Emili Brönte) Nunca un libro me produjo tanto estremecimiento como este. Si “El amor en los tiempos del cólera” provocó ternura en mí, a pesar del machismo de Florentino, la historia de amor entre Catherine y Heathcliff es inquietante, pues sobrepasa a la vida, y continúa en la muerte.
1984 (George Orwell) Si leiste este libro o intentás saber de dónde nacieron los concursos del Gran Hermano (prostituido por la televisión para volverlo atractivo), sabrás que marcó una etapa importante entre el deseo y la realidad. Un mundo imaginario en el que el Gobierno controlaba todo a su alrededor, incluso los sentimientos de las personas, hoy es real. Así que cuando veas una cámara que te dice “Sonríe: te estamos filmando”, acordate de este libro. Cruel, pero real.
Un mundo feliz (Aldous Huxley) Una pastilla para ser feliz y bebés de probeta que fueran perfectos hoy son reales y ya no una simple imaginación de Huxley. Excelente libro que marca las tendencias de la sociedad, atraída por el consumo masivo en busca de la felicidad, sacrificándola precisamente para buscarla.
Los cuadernos de Don Rigoberto (Mario Vargas Llosa) Un erotismo profundo envuelve al amor de Don Rigoberto por Lucrecia. Y aunque Fonchito, el hijo de Rigoberto interrumpe la convivencia, la pasión entre estos dos personajes despertará todos tus sentidos.
Todos los nombres (José Saramago) Don José, un hombre acostumbrado a la burocracia, y por sobre todo respetuoso de ella, descubre un día el amor. Y busca este amor quebrantando sus principios. Porque lo que siente es capaz de llevarlo a acabar con sus miedos, y darle la vida que se prohibió por mucho tiempo.
El Evangelio según Jesucristo (José Saramago) Si te planteaste alguna vez qué pudo haber sentido Jesús por José o María Magdalena, tal vez este libro te lleve a una respuesta. Y si pensás que va a cambiar tu concepto religioso y tus creencias, leelo, y al final te vas a dar cuenta de que están más firmes que nunca.
Arlequín (Morris West) Un anticipo sobre lo que es Internet. Una intriga de empresarios desatará variados sentimientos en Paul Desmond, quien deberá salvar a su mejor amigo y enfrentar a uno de los hombres más poderosos del mundo informático.
La ciudad prohibida (Anchee Min). La madre del último emperador de China debió soportar muchas cosas. A pesar de ser recordada por muchos como déspota, en esta novela Min intenta reivindicar a la mujer, la madre y la esposa, oprimida por una sociedad cruel.
La casa de las bellas durmientes (Yasunari Kawabata) Solo aquellos que llegan a la vejez y sueñan aún con su juventud como un tesoro cercano, podrán entender esto. Niñas prostituidas sin saberlo y ancianos buscando el amor perdido. Un relato maravilloso sobre lo que perdimos, pero nos negamos a creer. A todos nos pasará un día, si llegamos a esta edad.
La Madre (Máximo Gorki) La denuncia social sobre la opresión a los obreros, relatada a través de una madre que sufre los deseos de libertad de su hijo y los amigos de éste. Una lección para quienes se consideran débiles, incapaces de poder lograr algo en sus vidas.
Crimen y castigo (Fiedor Dostoievski) Una cosa es, en un momento de rabia, desear un mal a otra persona, y otra muy distinta es volver realidad este deseo. Rodion Romanovich Raskolnikov, es un estudiante sumido en la miseria que ejecuta un día cualquiera una acción que luego lo llevará a desarrollar un interesante juego psicológico, hoy día base del análisis del perfecto criminal.
La Náusea (Jean Paul Sartre) Jamás en mi vida sentía tal vacío como cuando leí este libro. Si estás deprimido, te recomiendo que jamás leas este libro. Pues describe una existencia vacía, con la seguridad de que vinimos a este mundo para nada, y que nos iremos de él sin nada.
En una próxima lista prometo recordar otros que también me gustaron y que no. Sólo te diré que en este caso, el orden de los libros leídos si altera el valor de mis gustos.