10/10/08

El hombre desbordado

Cuando Fernando Lugo asumió como presidente del Paraguay, en agosto de este año, muchos pensamos que el crecimiento económico, de la mano de las dos hidroeléctricas más grandes del mundo, por fin llegaría. Más aún, muchos creímos que la elección de Dionisio Borda como ministro de Hacienda significaría un ajuste total de los gastos y el cobro de impuestos a los grandes empresarios, sin importar la actividad a la cual se dedican.

Hoy, a 60 días del gobierno de Lugo, Borda parece no comprender aún el papel que le compete en este momento, como parte de un gobierno que en toda la campaña electoral apostó a la gente.

El titular del Tesoro paraguayo, que fue presentado a muchos como el “salvador paraguayo”, al sacar al país del default (cesación de pagos) en que se encontraba en el año 2003, hoy parece no tener un rumbo. Es más, me arriesgaría a decir que se quedó en el pasado, al querer llevar a cabo medidas que no pudo realizar cuando le tocó asumir la conducción económica durante la primera etapa del gobierno de Nicanor Duarte Frutos.

Apenas asumió, presentó su Plan Estratégico Económico Social 2008-2013, con grandes propuestas, pero sin mucha renovación. A ello, ahora suma su interés de modificar la legislación tributaria actual, tal como lo hizo en el año 2003.

Paraguay había decidido reformar su sistema impositivo durante el gobierno de Andrés Rodríguez, el general y consuegro de Alfredo Stroessner y principal mentor del derrocamiento del presidente que gobernó 35 años el país.

Era evidente que en el año 2003, cuando Nicanor llegó al poder, era necesaria una reforma tributaria. A propuesta de Borda, se logró rehacer la ley 125/91 “de Reforma Tributaria” y acompañarla con la Ley 2421/04 “De reordenamiento administrativo y adecuación fiscal”. Esta nueva normativa, redujo varias tasas impositivas, con la intención de formalizar las actividades comerciales, industriales, agropecuarias y de servicios.

Hoy, a cuatro años de la implementación de la denominada “Ley de Adecuación Fiscal”, son varios los puntos que no fueron totalmente implementados, entre ellos, la aplicación del Impuesto a la Renta Personal (creado justamente dentro de esta nueva legislación).

Ahora, ¿por qué Borda insiste tanto en crear nuevos impuestos, si ni siquiera se implementó en su totalidad la Ley 2421?

A ello se debe sumar otra interrogante ¿por qué Lugo, y de paso Borda, no incluye en la mejora económica del país la negociación con Argentina y Brasil sobre las binacionales de Yacyretá e Itaipú, logrando así no solo mayores ingresos para el Fisco sino también una mejor calidad del servicio energético, con energía más barata o gratis para todos los paraguayos?

¿Será que tanto Lugo como Borda perdieron el rumbo y simplemente quieren “vengarse” del sector sojero aplicándoles más impuestos, y de paso incluir a otros sectores menos poderosos, aunque sean pequeños?

En la actualidad, con la crisis financiera mundial desatada, Paraguay parece no entender que si bien su mercado de valores es casi nulo, esta crisis le llegará de todos modos, a través de Argentina y Brasil, sus mayores socios comerciales.

Hoy, Borda parece un hombre desbordado por tanto acontecimiento mundial, incapaz de medir cómo acompañar el proceso de cambio. Y aquí, aunque las comparaciones son odiosas, no me queda más que extrañar la visión que tenía el ex ministro de Hacienda, César Barreto, sobre la economía mundial de aquí a los próximos 10 años y de la necesidad real de llevar las ganancias de la macroeconomía a la gente más necesitada.

Ojalá que Borda rectifique el rumbo pronto y se compenetre con toda la situación, o se de cuenta que sus medidas llegan a destiempo y tenga la sabiduría de dar un paso al costado.

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