8/7/08

El Respeto


¿Acaso la vida de una persona que conduce un automóvil tiene más valor que la de un peatón? Pues parece ser que la respuesta en Paraguay es: sí. Pero este es solo uno de los muchos ejemplos que pueden darse sobre este valor promocionado desde la infancia, pero sin mucho interés en estos tiempos de la informática.

El hecho de que todo el mundo sepa que los derechos de una persona terminan donde comienza el derecho de otras, no quiere decir que sea practicado. Por qué a medida que las libertades van avanzando se pierden derechos fundamentales para el ser humano. Quizá porque estamos más interesados en explorar el mundo, sin importar qué consecuencias acarree para lograr el objetivo.

Días atrás, cuando formaba la fila en una cantina para comprar dos hamburguesas y una gaseosa, dos jovencitas se pararon a mi lado y comenzaron a conversar. Sonreí por los temas que estaban debatiendo y recordé que a esa edad (no tendrían más de 13 años) yo también pensaba igual que ellas.

Pero mi sonrisa se borró del rostro cuando una de ellas comenzó a avanzar y se ubicó delante de mí. Le toqué el hombro con el dedo índice y le dije: perdón, pero yo estaba en la fila antes que vos.

Ella, indignada, me miró y me respondió: no, yo estaba aquí antes que usted.
Al instante le respondí que hacía diez minutos estaba esperando por la hamburguesa y que ella no estaba allí cuando llegué.

Y, con una voz autoritaria, para marcar mi descortesía por lo que le había expresado, me respondió: es que yo estaba aquí antes que usted, lo que pasa es que fui a ver un rato qué pasaba en la exhibición gimnástica y ahora volví.

Aunque puede parecer una anécdota pueril, sirve para reflejar la sociedad actual. Ya sea en el supermercado, en la calle, en la discoteca, en el banco o en cualquier lugar donde deba formarse una fila, el respeto (o la falta de este) es lo primero que hace presumir sobre la condición de la persona que la infringe o la practica.

Y quizá, como yo, muchos se preguntarán dónde están los padres o estuvieron los padres de esa persona, que se olvidaron de enseñar algo muy sencillo como el respeto. Y tal vez pueda responderme que quizás sus padres debían trabajar varias horas al día para poder pagar la educación y otros cuidados de su(s) vástago(s). Pero, con alguien debió quedarse esa criatura, y ese alguien (llámese niñera, abuelos, tíos, primos, amigos) debió inculcar ese valor en algún momento del día en que le tocó convivir con el niñ@.

Tal vez la discusión sea larga. Y nunca lleguemos a un acuerdo sobre este punto. Quizá por ello, muchos obviaron inculcar el respeto. Y tal vez, por eso es que hoy estamos pagando las consecuencias, con un mundo desordenado, devastado, a punto de morir. Y lo más triste de todo es que solo nosotros tenemos la solución.

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